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Denuncia a TMB para que le reconozcan que su cáncer se debe a la exposición al amianto

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La sustancia que responde al nombre de amianto ha vuelto en las últimas fechas a la primera página de la actualidad después de que la empresa Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) haya reconocido la presencia de dicho componente en sus instalaciones. En concreto, se ha detectado pintura con un derivado de amianto en 94 vagones del metro. La empresa también ha anunciado que en la revisión de los trenes de las series 2000, 3000 y 4000 se han identificado unas arandelas aislantes en un conjunto de resistencias y unas juntas en los bajos del tren de las que no se puede asegurar plenamente que estén libres de amianto. Anteriormente, TMB ya había informado de la encapsulación de las planchas de fibrocemento (que contienen fibras de amianto) que revisten la cubierta de la nave de andenes de la estación de La Verneda de la Línea 2 a la espera de su retirada definitiva en 2019. Aunque el anuncio de estos hallazgos es reciente, hay personas que llevan defendiendo la presencia de esta sustancia en la red de metro desde mucho antes. Entre éstas, Ignasi Torrent, un extrabajador de TMB que ejerció de mecánico en la empresa de 1973 hasta 1989. Torrent ha denunciado a la compañía (también a la Seguridad Social y a MC Mutual) con el propósito de que le reconozcan que la enfermedad que padece tiene su origen en la exposición al amianto que sufrió en los años que estuvo en TMB. “Estoy constantemente en manos de médicos”, relata Torrent a La Vanguardia. Hace pocos días le efectuaron un tratamiento de radioterapia para combatir un tumor que le había aparecido en el cerebro, y que es fruto de una metástasis derivada del cáncer de pulmón que le detectaron en 2015. Torrent entró a trabajar en el metro de Barcelona como bobinador de motores. “Usábamos amianto como aislante, incluso en polvo”, relata. “Hacíamos una pasta y creábamos una especie de coronas para los motores. El acceso a la sustancia era directa”, añade. Posteriormente estuvo en “la sección de caja”, donde hacían revisiones a los trenes: “Las zapatillas de los frenos tenían amianto, los suelos también”. Su familia, sin él pretenderlo, también estuvo expuesta a la sustancia. “El mono de trabajo me lo llevaba a casa para limpiarlo, la empresa no nos lo limpiaba. Y nunca me dieron ningún artilugio como medida de prevención para no tocar el amianto”. Torrent lamenta que con el paso de los años, tampoco nadie le dijo que “vigilara” o que se pusiera “guantes o utilizara mascarilla”. Hay tres patologías graves que están directamente relacionadas con la exposición al amianto. Una es la que padece Torrent, el cáncer de pulmón. Las otras dos son el de laringe y un tipo de cáncer muy específico llamado mesotelioma. “El problema grave del amianto es que es un cancerígeno de primer nivel”, asegura el neumólogo Josep Tarrés, uno de los responsables del mayor registro del Estado de casos de patología por amianto que se realiza en el CAP Fontetes de Cerdanyola del Vallès (población que albergó la fábrica más grande de Uralita, una empresa que producía fibrocemento). Tarrés subraya que es “ineludible” la participación del amianto en estas tres enfermedades. Àlex Tisminetzy, abogado del Col•lectiu Ronda que representa a Torrent, también defiende que “no hay ningún debate” respecto a esta vinculación. “Si tú eres minero y sufres silicosis, no hace falta que tengas que demostrar que tu enfermedad viene dada por la exposición a una sustancia [sílice], la relación es directa”, esgrime. Y añade: “Si tú has trabajado con amianto y tienes un cáncer de pulmón, estamos frente a una presunción legal de enfermedad profesional”. Tisminetzy celebra que TMB haya reconocido la existencia de amianto en sus instalaciones. “Hasta ahora teníamos el cáncer de pulmón y otras enfermedades típicas del amianto, como el mesotelioma, pero no teníamos la exposición a la sustancia. Ahora que se reconoce su presencia en el metro de Barcelona, queremos que se aplique esta presunción y se le reconozca a Ignasi que su enfermedad es profesional por la exposición al amianto”. Por ahora, remarca Tisminetzy, lo que persiguen con esta primera denuncia es dicho reconocimiento. Pero se reservan acciones futuras (como pedir responsabilidades a TMB por daños y perjuicios) en el caso de que los tribunales les den la razón, algo que creen muy probable. Y es que aunque el amianto se prohibió en 2002 en España, y Torrent trabajó para la empresa barcelonesa de 1973 a 1989, Tisminetzy recuerda la existencia de normativas previas -cita, entre otras, las Órdenes de 1940 y 1941 y el Real Decreto de 1947- a las que el Tribunal Supremo, a raíz de una sentencia pionera fechada en 2012, otorgó validez. Otros trabajadores “En estas Órdenes y Reales Decretos se detallaba que se tenía que trabajar con mascarilla, que se tenían que hacer extracciones localizadas y que los empleados tenían que llevar puesta una ropa especial que la empresa se encargaría de limpiar, y no los trabajadores en su casa, evitando así llevar amianto a su domicilio”, detalla el abogado de Torrent. “Pero claro –prosigue- al negar TMB la mayor, que hubiera amianto, no se tomaron estas medidas”. Desde el Col•lectiu Ronda están “convencidos” de que otras personas que trabajaron en el metro de Barcelona “han sufrido este tipo de patología”, pero entienden que, “por desconocimiento y por ocultación de TMB, no se ha sabido que detrás de esas enfermedades estaba el amianto”. En este sentido, Ignasi Torrent explica que la empresa no se lo “puso fácil” cuando se dirigió a ella para pedir un certificado en el que se detallara en qué secciones había trabajado. “Todo fueron pegas, no estuvieron nada receptivos, y eso que en ningún caso les hablé del amianto”, lamenta. “Al final me hicieron un certificado, pero no el que quería. Pensaban que ese documento lo utilizaría como arma para ir en su contra”, agrega. Esta redacción se ha puesto en contacto con TMB, pero la empresa ha declinado pronunciarse bajo el argumento de que “el caso está judicializado”, lo que les impide, esgrimen, “hacer ningún comentario al respecto”. Latencia Una de las características principales de las enfermedades que guardan relación con la exposición al amianto es su largo periodo de latencia. “El mínimo es de 10 años, pero en nuestras series el promedio lo tenemos en 40 años”, apunta el doctor Tarrés. Extrabajadores de Macosa-Alstom (empresa de ingeniería que acabó orientándose al sector del ferrocarril) conocen bien el periodo de incubación de las patologías que tienen esta sustancia como origen. A muchos de ellos les apareció la enfermedad años después de haber estado en contacto con el amianto. Casos previos “Hay más de 30 compañeros, todos fallecidos menos uno, a los que se les reconoció en sentencia favorable la enfermedad como profesional, y tenían patologías como el mesiotelioma, cáncer de pulmón o de laringe”, explica Miguel Moreno, miembro de la asociación Jubilados de Macosa-Alstom afectados por el amianto. Moreno subraya que a esos trabajadores que fallecieron y que se les reconoció la patología como profesional hay que añadir “alrededor de 30 compañeros más que murieron de cáncer de pulmón y no demandaron”. “Entre los dos grupos suman casi 100 fallecidos”, concluye. Distinta afectación Según el doctor Tarrés, hay tres tipos de afectados por la exposición al amianto. El primer grupo corresponde a “los que han trabajado con el producto”. El segundo engloba a los convivientes: “El trabajador llegaba a casa lleno de polvo de amianto en el mono, en los zapatos y en el pelo”. Respecto a este grupo, Tarrés lamenta que “hay muchos afectados”. Y, finalmente, está el tercer grupo, que corresponde a los “contaminados por el ambiente”. “De este último grupo hay un subtipo muy importante, que son los vecinos que vivían cerca de un foco de contaminación, como era una fábrica de fibrocemento. El otro subtipo es el que tiene cerca de casa o del trabajo un foco de contaminación que libera fibras”, añade este neumólogo. Presencia de fibrocemento Tarrés entiende que “uno de los principales problemas de hoy es la cantidad de fibrocemento que hay instalado en todas partes, especialmente en los tejados”. “Este fibrocemento está envejecido, ha superado su vida media [unos 35 años], y la mayoría de las placas que tenemos superan esa edad”. Eso significa, prosigue, “que este cemento está perdiendo su capacidad adhesiva, permitiendo que las fibras de amianto, por acción de los agentes meteorológicos, se vayan liberando”. Este neumólogo utiliza un símil con el tabaco para mostrar cuál es la posible afectación real del amianto: “Es verdad que a más dosis, más posibilidades tienes de padecer un cáncer. Pero por el lado contrario no hay un umbral mínimo de seguridad. Por el hecho de que hayas fumado un cigarro en tu vida no cogerás un cáncer de pulmón. Pero cuál es el mínimo, ¿seis cigarros al día, 15?”. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, 125 millones de personas de todo el mundo están expuestas al amianto en su lugar de trabajo. La UE ha instado a los países miembros, a través de varias directivas, a crear planes de acción “para la eliminación segura del amianto de los edificios públicos y de aquellos en los que se prestan servicios de acceso público antes de 2028”. Pero ninguna de ellas obliga a los países a retirarlo, aunque algunos Estados miembros, como los nórdicos y Polonia, lo están haciendo. Mientras tanto, Ignasi Torrent sigue con su lucha contra el cáncer y por lograr que le reconozcan su enfermedad como profesional. A pesar de lo que le está tocando vivir, asegura no guardar “rencor” contra nadie. Eso sí, pide que se actúe. “Lo que sí me enfadaría es que ahora no se pusieran los medios necesarios”, concluye. Fuente: www.lavanguardia.com https://www.lavanguardia.com/vida/20181219/453636335415/denuncia-tmb-reconozcan-cancer-exposicion-amianto.html

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