La cuenta atrás para la retirada definitiva del amianto ya ha comenzado en España. Los efectos de este material actualmente prohibido pero muy utilizado entre los años 50 y 90 en construcción son nocivos para la salud y el medio ambiente, como se ha demostrado en diferentes estudios a lo largo de los años. Por este motivo, en 2023 todos los ayuntamientos deberán disponer de un censo de los edificios que contienen amianto y presentar un plan para su eliminación.
Así lo recogerá la nueva normativa de residuos y suelos contaminados, un proyecto de ley pendiente de aprobación definitiva. Esta nueva ley que prepara el Gobierno obliga, por primera vez, a las máximas instituciones municipales a elaborar un registro de instalaciones con amianto y, además, exige planes para su retirada y eliminación.
Según la Organización Mundial de la Salud, este material cancerígeno presente en edificios de todo tipo (industriales, residenciales, públicos...) está relacionado con el diagnóstico de entre 20.000 y 30.000 nuevos casos al año de diferentes dolencias. «Actualmente, las enfermedades producidas por dicho material provocan 107.000 muertes anuales en el mundo», según la oncóloga Teresa Acuña.
El uso extendido que se dio al amianto el siglo pasado hace que este material, que es muy resistente, esté en edificios de todo tipo en España. Fue en 2001, tras comprobar los efectos perjudiciales que tenía en la salud de las personas si se inhalaban sus fibras de forma continuada, cuando se prohibió su fabricación. Un año después quedó prohibido también su uso.
Quienes perciban la presencia de amianto en sus viviendas, instalaciones agrícolas o industriales deben ponerse en contacto con empresas especializadas en la retirada de este material peligroso. El mayor perjuicio del amianto es su incorrecta manipulación, ya que una gestión indebida expone a las personas a graves riesgos por la rotura de las fibras que lo componen. La inhalación de las fibras puede provocar diversos tipos de cánceres y tumores, así como enfermedades respiratorias graves.
La mayor presencia del amianto en España está en las placas onduladas de fibrocemento, muy habitual en depósitos o para canalizar el agua. Sus usos en granjas y fincas agrícolas y ganaderas han sido muy extendidos, pero también es habitual encontrarlas en garajes o edificios comunitarios para cubrir determinados elementos.
Uno de los problemas que está surgiendo en la actualidad es la manipulación de cubiertas de amianto para instalar placas solares. Estos elementos nunca han de ser perforados, cortados o trasladados por personas no profesionales en esta actividad. Por ello, los expertos recomiendan la retirada de las cubiertas de amianto antes de realizar la instalación de placas fotovoltaicas.
Fuente: www.diariodeibiza.es
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