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José María Iñigo murió por la exposición al amianto: ¿qué otras profesiones se vieron afectadas?

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Años después de su fallecimiento, José María Íñigo vuelve a ser noticia. La Justicia reconoce que el periodista murió por la exposición al amianto que había en RTVE y declara que la muerte y, por tanto, la pensión de viudedad reconocida a la esposa deriva de enfermedad profesional, la causada de manera directa por el ejercicio de la profesión o del trabajo que se realiza y que produce incapacidad o muerte.

José María Íñigo ha sido una de las víctimas del amianto, un material presente en todo el planeta del que se sabe poco y, sobre todo, de qué manera afecta y a quién.

Imperecedero y barato

El amianto o asbesto es una fibra mineral de gran resistencia y propiedades ignífugas. También es muy flexible, resistente al calor y a los ácidos. Puede separarse en fibras muy delgadas, lo que quiere decir que es maleable y puede utilizarse a pequeña y gran escala. Su producción no es costosa. Su nombre proviene del griego 'asbestos', imperecedero. Esta cualidad, unida a todas las anteriores hace que haya sido un material muy utilizado en la industria, tanto en Europa como en Estados Unidos. Su uso a mayor escala empezó precisamente en la Segunda Guerra Mundial.

Al poder laminarse en hebras muy pequeñas, su capacidad de permanecer en el aire y de ser inhalado es muy alta. Al ser aspiradas pueden fácilmente penetrar en los tejidos del cuerpo y debido a su durabilidad pueden permanecer en él durante muchos años.

¿Dónde se encuentra?

La pregunta correcta sería dónde no se encuentra. Se ha utilizado profusamente en la industria de la construcción y edificación para reforzar el cemento y los plásticos. Se ha usado mucho también como aislante, en material para techos, como material incombustible y para absorber el sonido. La industria de la construcción naval ha usado el asbesto para aislar calderas, tuberías de vapor y tuberías de agua caliente.

La industria automovilística usa el asbesto en las zapatas de los frenos y en los discos de embrague de vehículos. El asbesto se ha usado también en las losetas de techos y de pisos; en pinturas, revestimientos y adhesivos, y en los plásticos e industria textil, aunque su uso más conocido ha sido como aislante en la construcción de los vagones de ferrocarriles.

Por último, el amianto se ha encontrado igualmente en productos de jardinería que contienen vermiculita y en algunos lápices de colores que contienen talco. Algunos tipos de talco pueden contener fibras de absesto. De hecho, Johnson & Johnson se enfrentó en 2018 a una demanda millonaria cuando los consumidores afirmaron que la compañía conocía la presencia de amianto en los talcos infantiles y no lo había eliminado. Aunque la empresa negó el hecho, la compañía cayó en bolsa y en 2020 reservó 3.900 millones de dólares destinados a las demandas que prosperen.  

¿Qué profesiones están más expuestas?

Muchas personas estamos expuestas al amianto, aunque el contacto no parezca directo. "Las personas que participaron en el rescate y recuperación y limpieza del lugar de los ataques terroristas el 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas del World Trade Center en la ciudad de Nueva York son otro grupo con riesgo de contraer enfermedades relacionadas con el asbesto, ya que se usó el asbesto en la construcción de la Torre Norte del WTC", afirma en su web el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos. Cuando sucedió el ataque al edificio, centenares de toneladas de asbesto se esparcieron en la atmosfera. Todas las personas que trabajaron en las tareas de rescate de la Zona Cero, así como los vecinos de la zona y las escuelas cercanas pueden haber aspirado amianto. Se da también el caso de personas afectadas entre los convivientes con estos trabajadores o voluntarios, por ejemplo, al lavar ropa contaminada.

Sin embargo, algunas de las profesiones más afectadas por el uso del amianto y en las que se consideraría enfermedad profesional son las siguientes:

  • Manufactura de productos de amianto.
  • Mezcladores de asfalto.
  • Mecánicos de automóviles.
  • Instaladores de productos acústicos.
  • Trabajadores y usuarios del amianto-cemento.
  • Trabajadores del cartón y papel de amianto.
  • Molineros y mineros de amianto.
  • Caldereros.
  • Químicos.
  • Albañiles.
  • Trabajadores dedicados a demolición.
  • Bomberos.
  • Trabajadores del vidrio.
  • Mineros de ganga de hierro.
  • Aisladores.
  • Peones.
  • Productores de maquinaria.
  • Electricistas.
  • Carpinteros.
  • Fontaneros.
  • Extracción y refinería de petróleo y gas.
  • Trabajos en tuberías y conducciones de agua.
  • Trabajadores de centrales eléctricas.
  • Trabajadores del caucho.
  • Trabajadores de plásticos reforzados.
  • Techados.
  • Trabajadores del metal.
  • Astilleros.
  • Trabajadores de la piedra.
  • Mineros del talco.
  • Trabajadores textiles.
  • Transportistas.
  • Manufacturación de turbinas.
  • Plastoquímicos.
  • Ferroviarios.

¿Está prohibido?

Científicamente se sabe que el amianto puede provocar determinadas enfermedades desde 1930, pero no hubo un consenso científico hasta la década de los 70. En 1976 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de Estados Unidos determinó que las fibras que desprende el amianto podían provocar cáncer de pulmón.

En España su uso está prohibido desde 2002, aunque los casos de enfermedades desencadenadas por amianto llegan hasta 2021, como muestra el caso de José María Íñigo. Empresas como RENFE, Metro de Madrid o la ya desaparecida Uralita (actual Corporación Empresarial de Material de Construcción) han sido demandadas por trabajadores afectados por los efectos del amianto y obligadas a pagar indemnizaciones. Existen varias asociaciones de víctimas implantadas por toda España y ha dado lugar a una figura jurídica: Enfermedades Profesionales por Amianto. En Estados Unidos comenzó a restringirse su uso a finales de los años 70 y en 1989 se prohibió completamente.

¿Qué enfermedades provoca?

La simple exposición al amianto no tiene por qué desencadenar ninguna enfermedad grave. Pero si se está en contacto de manera habitual a grandes concentraciones, el riesgo aumenta. Uno de los principales impedimentos para investigar la relación del amianto con las enfermedades que genera es que tardan mucho en desarrollarse: tienen un periodo de latencia de entre 10 y 70 años. Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud, todos los tipos de amianto causan cáncer de pulmón, mesotelioma pleural, cáncer de laringe y de ovario, y asbestosis (fibrosis de los pulmones).

Actualmente, unos 125 millones de personas de todo el mundo están expuestas al amianto en su lugar de trabajo. En 2004, el cáncer de pulmón relacionado con el amianto, el mesotelioma y la asbestosis causados por exposiciones laborales dieron lugar a 107.000 muertes. Además, miles de fallecimientos pueden atribuirse a otras enfermedades relacionadas con el amianto, como así también a exposiciones a este material que no están relacionadas con el lugar de trabajo.

Según datos de la Unión Europea, de aquí al año 2030 medio millón de personas morirán en Europa por cánceres ocasionados por exposiciones al amianto ocurridas en los años ochenta y noventa del siglo pasado. El número de fallecidos crecerá con fuerza en aquellos otros países donde sigue siendo legal su consumo. "Europa ha sido el epicentro de esta epidemia mundial de cánceres profesionales. Las estadísticas de mortalidad de la OMS reflejan que en Europa se han producido el 56% de todos los fallecimientos por mesotelioma y el 41% de las muertes por asbestosis registradas en el mundo, a pesar de que en ella sólo habita el 13% de la población mundial", explican en la web de la Asociación de Víctimas de Amianto Alfredo Menéndez Navarro, catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad de Granada, y Montserrat García Gómez, especialista en Medicina del Trabajo y en Medicina Preventiva y Salud Pública.

¿Cómo prevenir sus efectos?

Como en toda estrategia de prevención importan las acciones a pequeña y gran escala. La OMS propone  las siguientes medidas de salud pública:

  • La primera, reconocer que la forma más eficiente de eliminar las enfermedades relacionadas con el amianto es dejar de utilizar este material en todas sus formas. Esta medida es importante, ya que en algunos países su uso aún no está prohibido.
  • Reemplazar el amianto con productos más seguros y formular mecanismos económicos y tecnológicos para estimular la sustitución.
  • Adoptar medidas para prevenir la exposición al amianto en el lugar de operación y durante la eliminación del producto.
  • Mejorar los diagnósticos tempranos, el tratamiento y la rehabilitación médica y social de las enfermedades relacionadas con este material, y establecer registros de personas que están o han estado expuestas a él.

Por otra parte, ya existen en España numerosas empresas dedicadas a la retirada o sellado de amianto, una labor a la que se dedican de manera desigual en todo el continente europeo. Según datos de la Asociación de Víctimas de Amianto, Suecia prohibió este material en 1982. Lleva 18 años retirándolo, pero aún quedan unos 15 años para eliminar el riesgo de pase al medio ambiente. En Suiza está pendiente desamiantar el 30% de todos los edificios. Y en el Reino Unido, la tarea ni siquiera ha empezado.

Fuente: www.uppers.es

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