El cáncer es una de las enfermedades más temibles y con razón. Solo en 2023 se estima que hubo 20 millones de nuevos casos y 10 millones de muertes por esa causa. Los riesgos de padecer cáncer están asociados a múltiples factores: genéticos, modos de vida, consumo de ciertos alimentos, sustancias de uso diario como el formaldehído.
Autoridades de salud de la Unión Europea han identificado al amianto, benceno, 1,4-diclorobenceno y tintes azoicos como causantes de cáncer. También la exposición a una sustancia química sintética presente en el medio ambiente, como el sulfato de perfluorooctano (PFOS) –incluidas las perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS)– los ftalatos y los parabenos, pueden desarrollar cáncer de hígado.
Es amplia la lista de sustancias que por inhalación, ingestión o penetración cutánea, puede ocasionar cáncer o incrementar su frecuencia. El formaldehído es un gas incoloro e inflamable a temperatura ambiente. Aunque no se ve se siente por su característico olor penetrante.
También se define como una toxina y carcinógeno que se encuentra en los materiales de construcción, las alfombras, los gases de escape de los automóviles. En el humo de los cigarrillos y en la mayoría de los productos para alisar o suavizar el cabello. E incluso la ropa planchada pueden desempeñar un papel importante en el cuerpo y explicar por qué esta sustancia química causa cáncer.
En un estudio publicado en la revista Science, investigadores de la Universidad de California, Berkeley, y la Universidad de Oxford informaron que el formaldehído es un inhibidor de la metilación del ADN. Esto es, la unión enzimática de un grupo metilo (CH3) a ADN, una de las formas epigenéticas (mecanismos que regulan la expresión de los genes) más comunes que tiene el cuerpo para activar o desactivar genes.
El análisis proporciona evidencias importantes e impactantes. El formaldehído, que los científicos descubrieron recientemente, es producido por el cuerpo en pequeñas cantidades. En realidad es utilizado por el cuerpo para regular el cambio epigenético, y sugiere que, en exceso, puede suprimir los intentos del cuerpo de prevenir la expresión o sobreexpresión de ciertos genes.
Investigaciones anteriores demostraron que el formaldehído en cantidades muy grandes desactiva el ADN al provocar enlaces cruzados, pero no explicaban la toxicidad de pequeñas cantidades y su propensión al cáncer, reseña Berkeley News.
«La gente no ha buscado formaldehído dentro del cuerpo porque simplemente piensan en las consecuencias ambientales del formaldehído. Pero se produce naturalmente dentro de todas y cada una de nuestras células», señala Christopher Chang, profesor de química de UC Berkeley y de biología molecular y celular.
«La implicación más amplia de nuestro estudio”, dice su autor principal, “es que proporciona un mecanismo bioquímico de cómo el formaldehído podría ser carcinógeno. Sabemos que fumar es malo para la salud y la contaminación, en parte debido al formaldehído. Demostramos que si se alteran los niveles internos de formaldehído del cuerpo, eso también puede cambiar su epigenética, que luego puede reprogramar el cáncer».
Chang y su equipo de laboratorio comenzaron a explorar el papel de los átomos de un solo carbono, como el formaldehído (fórmula química CH2O), después de descubrir que se produce en el cuerpo.
«Parece ser una muy mala idea producir una gran cantidad de formaldehído dentro de nuestros propios cuerpos. Pero claramente en la evolución lo hemos conservado», revela Chang, quien ocupa la cátedra de la promoción de 1942 en la Facultad de Química. Y es un científico de la facultad del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley.
«Nos sentimos optimistas al pensar que tiene que haber una buena razón para que tu propio cuerpo lo produzca, porque la naturaleza no lo habría puesto ahí si fuera malo para ti”, comenta el experto. “Creo que va a acabar siendo como las especies reactivas del oxígeno o el óxido nítrico, donde cantidades muy pequeñas van a ser increíblemente útiles para el cuerpo. Pero, claro, demasiado de algo bueno puede ser malo».
Chang se asoció con un grupo dirigido por Ketan Patel en Oxford para investigar el papel que desempeña el formaldehído en la regulación de la actividad génica observando los cambios en las proteínas, o proteoma, producidos en células de ratón. Hace seis años, colaboraron en un estudio que demostraba que cuando los ratones que carecían del gen que desintoxica el formaldehído eran alimentados con una dieta rica en folato, que se metaboliza en formaldehído, tenían una mayor tasa de cáncer.
«Utilizamos un enfoque de proteómica química para identificar cuáles son los objetivos bioquímicos internos del formaldehído», indica Chang. «Y encontramos esta vía realmente interesante, donde el formaldehído regula toda una clase de bioquímica llamada metabolismo de un carbono».
Específicamente, descubrieron que el formaldehído inhibe una enzima que produce otra molécula de un carbono, la S-adenosilmetionina, que es la fuente de grupos metilo que se unen al ADN para cambiar la expresión de genes específicos. «La S-adenosilmetionina es un donante de metilo, por lo que une grupos metilo (unidades de un solo carbono) básicamente a todo lo que hay en la célula», explica Chang. «Pero una de las cosas más importantes que hace es unirlo al ADN. Así que el formaldehído provoca directamente cambios epigenéticos».
Chang y sus colegas ahora están buscando biomarcadores de niveles elevados de formaldehído en el cuerpo que podrían advertir sobre un mayor riesgo de cáncer. Es probable que estos biomarcadores sean cambios en el proteoma inducidos por formaldehído. Por cuanto sus niveles son tan bajos en el cuerpo que la sustancia química sería difícil de detectar. «Se podría realizar una prueba de punción muy sencilla, algo así como la prueba de glucosa que utilizan los diabéticos», precisa.
«Creo que ahí es donde iríamos con esto”, advierte el científico. “Podría informarle que una dieta baja en folato podría ser buena para usted o que debe estar atento a las exposiciones ambientales».
Los investigadores también están analizando si los niveles elevados de formaldehído en el cuerpo contribuyen al envejecimiento.
Chang adelanta que el formaldehído afecta el crecimiento de organismos más simples, como las bacterias. Esto implica que el papel de la sustancia química en la vida data de principios de nuestra historia evolutiva.
«Cuando se piensa en el metabolismo de un carbono, se llega hasta las bacterias más simples y los orígenes de la vida», asegura. «Y ahora fabricamos ese mismo tipo de molécula de un carbono en nuestras propias células. Así que, en términos de biología evolutiva, las implicaciones son bastante amplias».
La investigación fue apoyada por Vanha Pham y Kevin Bruemmer, dos estudiantes de posgrado del Departamento de Química de UC Berkeley. Otros coautores son Daniel Nomura, profesor de ciencia nutricional y toxicología de UC Berkeley, e investigadores del Instituto de Genómica Innovadora de UC Berkeley e institutos de España y Argentina.
Fuente: www.cambio16.com
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